martes, 15 de enero de 2013

Kevin David Mitnick

Kevin David Mitnik nacio el 6 de Agosto de 1963:Su último arresto se produjo el 15 de febrero de 1995, tras ser acusado de entrar en algunos de los ordenadores más seguros de los Estados Unidos.Ya había sido procesado judicialmente en 1981, 1983 y 1987 por diversos delitos electrónicos.
El caso de Kevin Mitnick alcanzó una gran popularidad entre los medios estadounidenses por la lentitud del proceso, y las estrictas condiciones de encarcelamiento a las que estaba sometido (se le aisló del resto de los presos y se le prohibió realizar llamadas telefónicas durante un tiempo por su supuesta peligrosidad).
Tras su puesta en libertad en 2002, Kevin Mitnick se dedica a la consultoría y el asesoramiento en materia de seguridad, a través de su compañía Mitnick Security.
La vida de Kevin Mitnick y, en especial, la persecución que condujo a su captura en 1995, han dado lugar a multitud de libros y otro material de ficción. De entre todos destaca la novela Takedown, que relata su último arresto, y de la cual han sacado una película con el mismo título, Takedown, en el año 2000.
Uno de los miembros del equipo que contribuyó al arresto de Mitnick fue Tsutomu Shimomura, experto en seguridad informática e hijo del profesor Osamu Shimomura, uno de los tres ganadores del Premio Nobel de Química 2008.
Se dedica a la consultoría desde la óptica particular de la ingeniería social; considera que más allá de las técnicas de hardware y software que se pueden implementar en las redes, el factor determinante de la seguridad de las mismas es la capacidad de los usuarios de interpretar correctamente las políticas de seguridad y hacerlas cumplir.
Considera que todos podemos fallar fácilmente en este aspecto ya que los ataques de ingeniería social, muchas veces llevados a cabo solo con ayuda de un teléfono, están basados en cuatro principios básicos y comunes a todas las personas:
  • Todos queremos ayudar.
  • El primer movimiento es siempre de confianza hacia el otro.
  • No nos gusta decir No.
  • A todos nos gusta que nos alaben.


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